Mi hermana, asesina en serie, de Oyinkan Braithwaite.

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Korede vive en Lagos, en una gran casa con su madre y su hermana Ayoola. Es enfermera, da lo mejor de sí misma cada día en el trabajo y en casa, pero nunca parece ser suficiente. Siempre ha estado a la sombra de Ayoola; porque, claro, Ayoola es guapa, seductora y con cara de no haber roto un plato. Ayoola solo tiene un pequeñísimo fallo: cuando cree que se encuentra en peligro o está bajo un estrés repentino, acuchilla a sus novios, bueno, exnovios de hecho; van ya tres, y aumentando. Y claro, Korede, la hermana mayor, tiene que ayudarla a salir del embrollo sin que nadie lo sepa. Solamente se puede confesar con el paciente comatoso de la habitación 313, que aunque despierte no se va a acordar de nada.

La debutante Oyinkan Braithwaite escribe, para mí, una de las mejores novelas de este 2019 que se nos está acabando. Todo esto lo logra mediante una narración en primera persona, desde el punto de vista de Korede, con continuos flashbacks a la infancia y adolescencia de las dos hermanas, logrando conducirnos por la vida casi normal de ambas: sus anhelos, inquietudes, penas y pequeñas traiciones. Toca, sin que casi nos demos cuenta, una infinidad de temas: la situación de la mujer en una sociedad auténticamente patriarcal, el peso de la familia y de las obligaciones que a uno se le imponen, la culpa compartida y los límites del amor fraterno. Y a partir de ahí nos ofrece un pequeño fresco moral de la sociedad lagosense. En esta línea, se toca la corrupción policial (curiosamente llega a mostrarla de una forma diferente a la habitual, si estamos acostumbrados a verla por omisión, aquí los ricos pueden conseguirse mejores resultados policiales al pagar por ellos). De igual forma, se habla de la competencia que existe por conseguir un marido para evitar ser señalada por la sociedad y por la propia familia-clan. O la brecha generacional entre padres e hijos, a pesar de mantenerse una apariencia de clan tradicional de puertas para afuera.

Oyinkan Braithwaite.

La narración engancha desde ese comienzo in medias res hasta ese irónico final en que se interrumpe la historia. La vida que transmiten las reflexiones y emociones de Korede, aparentemente anodina, conecta automáticamente con el lector y nos traslada, sin casi darnos cuenta, por toda una ordalía en la que en ningún momento parece sobrar ni una palabra. A esto ayuda, y mucho, que la novela sea especialmente breve para los tiempos que corren (apenas doscientas páginas en la traducción española) y que la misma se estructure en capítulos breves, a veces de unas pocas líneas.

Una vez construidos los personajes y sus contradicciones (Korede, la guardiana de su hermana, y Ayoola, la frívola diseñadora de ropa) la autora abre el foco y pone su mirada, con bastante pericia, en esa minisociedad que constituyen los trabajadores de la clínica en que Korede trabaja, al tiempo que saltamos entre los familiares del último exnovio de Ayoola, los policías que investigan su desaparición y los nuevos amantes de la hermana pequeña.

Si tuviéramos que poner un “pero” a la historia, éste sería el que no existe un auténtico personaje masculino verdaderamente bien perfilado. El fallecido pater familias era un monstruo; los policías (y los hombres en general) son unos idiotas babeantes que no pueden pensar con claridad en cuanto Ayoola les pone morritos; Muhtar es el consejero de Korede, pero poco más; y el principal foco de tensión entre las hermanas, el atractivo doctor Otumu, es o bien un objetivo idealizado por Korede o bien, una vez conoce a Ayoola, lo que alguien malvado podría calificar como un “planchabragas”. Esto no es tanto un fallo, sino más bien una necesidad narrativa, puesto que todos estos personajes tienen un fin determinado en la narración y estos rasgos de carácter potencian lo que la autora quiere contar, sin que dejen de parecernos personajes creíbles y necesarios en el gran esquema final.

Portada de la edición inglesa.

El libro se devora en lo que parece un suspiro y atesora las suficientes virtudes como para anunciar a una escritora a la que habrá que seguir atentamente, sea uno fan de la narrativa noir o no.

Miguel Ángel Vega Calle.

Selección de fotografías: M.M. (Despachos de Corpus Christi).

Disponible en la librería Estudio en Escarlata.

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