Ciudad en ruinas, de Don Winslow.

Ciudad en ruinas, Don Winslow. Harper Collins Ibérica.

Tercera, y aparentemente última entrega de la serie protagonizada por el exdelincuente y actual empresario Danny Ryan, en la que tras haber conocido de sus peripecias con las mafias de Rhode Island en Ciudad en llamas, primera entrega de la serie, y tras trasladarse a California y contactar con el mundo del cine y los sanguinarios cárteles mexicanos de la droga en el segundo libro de la serie, Ciudad de los sueños, nos lo volvemos a encontrar pocos años después en Las Vegas, como dueño en la sombra de un par de hoteles casino, en el gran templo del juego mundial.

A pesar de su gran éxito profesional, pues es millonario, y tiene un gran poder, veremos cómo su inquietud natural, las vicisitudes del desarrollo del mundo empresarial de la meca del juego, y la reaparición de  algunas historias de su pasado, llevarán a nuestro protagonista a tener que  embarcarse en una historia de violencia y muerte, en la que parece que la única forma de sobrevivir, es sobre los cadáveres de enemigos y rivales.

El tema principal que trata esta novela es el del mundo del juego, y las violentas disputas que se dan entre los grandes empresarios del sector Y eso que ya no estamos en la  época en que la Mafia controlaba los casinos y hoteles del Strip de Las Vegas. Aunque el fantasma de Bugsy Siegel—el visionario delincuente que inventó Las Vegas como meca del juego—ya no está presente, veremos cómo la lucha por nuevos espacios para desarrollar el inmenso negocio del juego, llenará de sangre y muertos, las fastuosas oficinas de los grandes empresarios del sector.

Se hace en esta novela un descarnado cuadro de este gran negocio, basado en la falsa esperanza, que lleva a muchos ciudadanos a acercarse a este mundo con la ilusoria idea de que van a ganar dinero. En eso está en la línea de la gran novela de Nicholas Pileggi, Casino. Amor y honor en las Vegas, de la que Martin Scorsese hizo una fantástica película, de la que les recomendamos lo dicho por una voz en off mientras la cámara ofrece un plano cenital de la gran meca del juego.

Esta cínica y lúcida visión del comportamiento de los jugadores, es descrita en boca de uno de los adversarios empresariales del prota, para el que descubrir el negocio del juego ….

“Fue toda una revelación: la I-15 como el camino de Damasco.

Y cuando llegó a Las Vegas, ¿qué es lo que vio?

A miles de personas pulsando botones y tirando de palancas. Y, cada vez que lo hacían, otras personas ganaban dinero.

Los propietarios de los casinos.

Como ingeniero eléctrico, le maravilló descubrir un sistema diseñado para que la gente realizara una actividad pese a saber que acabaría perdiendo. Observó los hoteles y los casinos y comprendió que no se habían construido porque los clientes ganaran. Perdían y volvían a perder, y seguían pulsando los botones y tirando de las palancas .”

Y nos relata lo fácil de este gran negocio ….

“Y él quería participar de aquello, así que cogió algunos de sus millones y compró un garito en Fremont Street, al norte del Strip.

El local era un estercolero: la moqueta estaba sucia y raída, el papel pintado descolorido, la comida era mala (pero barata) y el servicio anodino…, y aun así la gente seguía yendo. Daba igual: los clientes acudían en tropel a apretar los botones, a tirar de las palancas y a perder dinero.”

Conoceremos también del nivel de corrupción en el que se mueven los políticos norteamericanos, dando bastante igual, el partido al que pertenezcan. Parece que el mundo del juego puede conjurar cualquier escollo legal o moral que se le ponga por medio, y de eso en nuestro país tenemos alguna noticia cercana.

Junto a este hilo principal de la trama, la narración introduce los problemas que están sufriendo los grupos mafiosos de Nueva Inglaterra, al encontrarse con una falta de liderazgo claro, desde los acontecimientos relatados en las dos entregas anteriores de esta serie. Y esto unido a la tenacidad de una agente especial del FBI, y de una fiscal, que parecen no dejar en paz al protagonista, provocan una serie de acontecimientos en cadena, que llenan de violencia y muerte las páginas de esta gran novela.

Un elemento que no hay que perder de vista en esta novela—y que ya nos mostró su autor en las anteriores entregas—es el peso de lo emocional en las decisiones y comportamientos de los delincuentes que aparecen en esta obra. Sorprende cómo los celos, el engreimiento, la venganza o la más estúpida presunción, sean las motivaciones fundamentales en los actos y decisiones de estos personajes, lo cual comprometen absurdamente sus sucios negocios , que mueven muchos, pero que muchos millones.

Pero lo fundamental de esta novela se articula alrededor de las peripecias profesionales y personales de su protagonista, Danny Ryan. Este es un buen tío: leal compañero, gran trabajador, padrazo, y que se ocupa de la gente que trabaja para él. No es especialmente codicioso, pero siempre ha tenido un afán por ir más allá de lo que tiene y maneja. Tiene una gran necesidad de afecto y lealtad, posiblemente reflejo de provenir de una familia muy desestructurada, con un padre alcohólico—por lo que perdió su puesto como líder del gan criminal irlandés en su Providence natal—y una madre que abandonó a la familia cuando él era muy niño. No es extraño por lo tanto, el enorme valor que da a los vínculos de sangre este hombre solitario y luchador.

Así, por ejemplo, la necesidad de tener más, se puede entender a partir de esta reflexión ….

“Sé sincero contigo mismo: quieres más dinero porque el dinero es poder y el poder da seguridad. Y nunca se está lo bastante seguro.”

En cuanto a su tenacidad y capacidad de trabajo, son considerables, lo que está unido a un profundo desprecio hacia los ricos y famosos que no hacen ni el huevo. Esta actitud ante el mundo es definida como ….

“Se refería a que es de la vieja Nueva Inglaterra: un tipo recio y práctico (o tacaño, más bien) que recela profundamente de cualquier atisbo de molicie física.”

Pese a sus buenas intenciones, de no mancharse las manos en sus negocios, este hombre que inició su carrera actuando de músculo en algunas operaciones delictivas de la mafia irlandesa de su ciudad, Providence, en el estado de Rhode Island, tendrá que involucrarse personalmente en feroces luchas por mantener el poder y la riqueza que atesora. Pues como ya nos advirtió en una entrega anterior ….

“Las monjas solían decir que el diablo suele presentarse disfrazado de ángel. Que las peores cosas que haces las haces por un buen motivo. Que las cosas más abominables las haces por tus seres queridos.”

Esta difícil paradoja existencial, entre un hombre honrado y un matón despiadado, lo equipara con la historia de Michael Corleone en la saga de El padrino—en algún momento se burlan de él llamándole Al Pacino—, pero eso sí, la fórmula que lleva adelante para esquivar este terrible dilema, resulta muy original.

La galería de personajes es muy amplia, pues al entremezclarse historias de diversos escenarios, esto amplía la nómina de personajes. Así volvemos a encontrarnos con la madre del protagonista, Madeleine, que une su pasado con su presente, una amante de Ryan, que le muestra cómo se puede vivir con dignidad, aunque el precio sea muy alto. Papel fundamental tiene su hijo, Ian, que resulta el salvavidas moral y existencial de este atormentado personaje. Y de su pasado basta con señalar la reaparición de Marie Bouchard, una tenaz e implacable fiscal, que puede amargar su vida, o la del escondido mafioso Chris Palumbo, en el que se condensan los líos en que se anda el crimen organizado de Nueva Inglaterra.

Pero les recomendamos especialmente que no pierdan de vista la figura de Vern Winegard, rival, compadre y némesis del protagonista en todo lo relacionado con el mundo del juego, y las fricciones, acuerdos y luchas que aparecen en el manejo de tan lucrativo negocio.

Winslow vuelve a impresionarnos con una narración noir en la que se entremezclan historias personales, con brutales batallas por el poder y el dinero, donde Los hechos narrados están salpicados de brutalidad, ferocidad y de una despiadada violencia, en el que se entremezclarán, la codicia, el afán de poder y la lujuria.

Pero también se habla de cómo las vidas de los hombres pueden alterarse por situaciones imprevistas, de cómo la incomprensión y la estupidez pueden destruir vidas enteras, y todo esto cuando lo que está en juego son negocios en los que se trafica con el desenfreno de los seres humanos—como ya vimos recientemente en Señalado por la muerte, de Irvine Welsh.

Y este es un escenario donde la ambición y la codicia pueden degenerar en brutalidad, violencia y muerte.

El autor vuelve a demostrar que se maneja espléndidamente en muy diversos registros novelísticos, como ya nos demostró en su libro de relatos «Rotos», pudiendo pasar del más duro hardboiled a la narración más personal e íntima, o la descripción de muy diversos mundos del crimen organizado, todo ello contado con una minuciosidad, intensidad y fuerza, que han hecho de Don Winslow uno de los más grandes autores de literatura noir de nuestros días. No se la pierdan.

José María Sánchez Pardo

Como telón musical, les recomendamos este archifamoso tema de La voz, en el que se habla de cómo intenta vivir nuestro protagonista …. A mi manera.

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