Dead Body Road. Cómic.

  • Guionista: Justin Jordan
  • Dibujante: Matteo Scalera
  • Colorista: Moreno Dinisio

«Ha habido algunas complicaciones», es lo primero que nos dice Lake, el líder de una banda de atracadores. Un eufemismo, si tenemos en cuenta que esas complicaciones consisten en la muerte de todos los trabajadores del banco, la de uno de los atracadores y la de una policía bastante sexy. Sin contar que Jimmy Stowe, el friki de la informática que se encargaba de desencriptar los códigos de esas cuentas oficialmente inexistentes, ha huido con los mismos y ahora habrá que encontrarle. A él o a su novia, Rachel, que encontrar a una equivale a encontrar al otro y, de propina, habrá algo con lo que presionarle. Por cierto, la policía sexy se llamaba Anna y su marido Orson, un ex poli algo corrupto, anda con pocas ganas de broma, muchas de venganza y una recortada; y si esto es poco, además aparece Cobb, el excompañero corrupto de Orson, a echar una mano (a la pasta).

¿Se acuerdan de esas pelis de acción de los ochenta y noventa que eran como comida rápida para el cerebro pero altamente entretenidas y que dejaban con ganas de más? Ésas son las que imagino que se crio viendo el guionista Justin Jordan (1978, Pennsylvania) y ese es el espíritu que anima este cómic. Aquí no hay grandes disquisiciones filosóficas, ni metáforas o denuncias de la codicia conl la que el capitalismo embarga nuestras almas: esto es espectáculo palomitero puro y duro y bien que se disfruta. Jordan dota a los personajes principales de un carácter arquetípico que nos basta y nos sobra para hacerlos reconocibles e, incluso, para que empaticemos con ellos, y a los secundarios de un rasgo de personalidad y a correr. Porque de correr se trata, desde la primera a la última página nos encontramos con una persecución adrenalítica que siembra de cadáveres una carretera secundaria de Estados Unidos.

Jordan, al contrario que en sus trabajos para las dos grandes norteamericanas (las editoriales DC y Marvel), tiene claras aquí sus fortalezas y en ningún momento intenta sobrepasar sus límites. Estamos ante un divertimento, sí, pero un divertimento hecho con pericia, sinceridad y oficio y que en ningún momento pretende justificarse a sí mismo con coartadas pseudointelectuales -que no harían otra cosa que contribuir a la, muchas veces inmerecida, mala fama que arrastran los relatos de acción-. Aquí los malos son muy malos (brutos como Quint, sádicos como Lake o traicioneros como Kegg) y los buenos a veces no dan ni para antihéroes, pero queremos que salgan vivos y, quizá, enteros. De entre el trio protagonista, destaca especialmente Rachel, que empieza de dama en apuros que quizá necesita una pequeña ayuda, pero no de un caballero que la salve.

Si lo anterior ya es suficiente para que servidor se interese, lo que de verdad eleva el nivel de este cómic es el dibujo de Matteo Scalera (1982, Parma). El italiano, hoy bien conocido por la serie Ciencia oscura, utiliza un estilo feísta y sucio (lleno de sombras, rayas y manchas) y apuesta por una estructura de página de inspiración cinematográfica. El uso frecuente de líneas cinéticas, heredadas del manga (cuya influencia admite sin tapujos), de ángulos aberrantes y el minimalismo en los fondos, nos trasladan con gran eficacia ese sentimiento de estar en una persecución vertiginosa, aderezada con ciertos momentos gore que acentúan la crudeza y el sentimiento de peligro constante.

Una espectacularidad que no implica que tengamos el más mínimo problema para seguir la narración. El dibujante es capaz de expresar sentimientos y de caracterizar a los personajes con una economía de medios envidiable; la prueba de todo lo dicho se encuentra ya en las portadas (todas ellas son planos contrapicados, que acentúan rasgos de los personajes o de sus situaciones mediante el uso de elementos secundarios, colocados en primer plano). Contribuye al efecto final el color informático de Moreno Dinisio, que alterna, según lo requieran las escenas, entre la gama de los ocres y de los colores tierra, junto con pequeños usos de colores fríos para los interiores.

Un excelente divertimento palomitero, consistente en una persecución sin tregua ni piedad. La edición española, en tapa dura, corre a cargo de la división de cómic de la editorial Planeta de Agostini, quienes esperamos ansiosamente que nos traigan la continuación de esta historia (Dead body road: Bad blood) tan pronto termine su publicación en Estados Unidos.

Miguel Ángel Vega Calle.

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