Perspectivas, de Laurent Binet.

Perspectivas, Laurent Binet. Seix Barral.

Florencia, iglesia de San Lorenzo. Bajo el monumental fresco sobre el Diluvio universal en el que llevaba trabajando once años, aparece el cadáver del pintor Jacopo Pontormo con un cincel clavado en el corazón y un martillazo en la cabeza. Además, entre las pertenencias del muerto  se descubre un cuadro obsceno de María de Médici, una de las hijas del duque de Florencia, Cosme de Médici, mecenas del pintor.

Nos encontramos en la convulsa Florencia a caballo entre 1556 y 1557. Convulsa, pues Europa es un polvorín. Italia es el campo de batalla donde chocan Francia y España, las dos grandes potencias europeas del momento.

Pero también convulsa, pues un tiempo cultural y social, el llamado Renacimiento, está acabando, y vientos de contrarreforma soplan en el arte y en la moral, a caballo de la reacción a la Reforma protestante.

Los interrogantes que surgen son muy variados. Desde la elucidación de si la muerte de Pontormo fue un asesinato o un suicidio; y si fuera así, conocer la identidad del asesino, y de paso del autor del irreverente cuadro encontrado, que no deja de constituir un crimen de lesa majestad. Y por supuesto, conocer de los móviles tanto del asesinato como de la realización de tan provocadora pintura.

Con objeto de dar luz a todos estos misterios, y de paso con la idea de limpiar el nombre de la hija del aristócrata florentino, el duque Cosme de Médici, encarga la investigación de estos sucesos al gran Giorgio Vasari, pintor e historiador del arte. Pero las singulares características que rodean estos hechos, y lo muy complejo de la situación social, moral y política de la época, obligarán al forzado pesquisidor a emplear de toda su habilidad, discreción, lealtad, sensibilidad artística y comprensión política. Para ello echará mano de sus facetas de historiador y artista, y especialmente el olfato que ha desarrollado como escritor de Vidas de artistas célebres de su tiempo.

El desarrollo de las pesquisas que debe llevar adelante Vasari, le obliga a transitar por lugares muy incómodos, como es la difícil posición de su patrono que no solo tiene que lidiar con la reina de Francia, su prima Catalina de Médici y aliada de su viejo enemigo, el republicano Piero Strozzi, sino también con el influjo de un Papa que es un estricto inquisidor, que fue quien instituyó la prohibición de libros y obras de arte considerados inmorales.

Tampoco ayudará a la resolución del crimen la personalidad del viejo pintor Pontormo, hombre que presenta un carácter complejo, atrabiliario y una personalidad difícil, lo que no ayuda a resolver su relación con un cuadro provocador y resentido. Y no es baladí el hecho de que el artista fallecido, de quien todos hablan, se haya inclinado a retorcer el estilo de su obra, lo que alumbra el manierismo, un estilo que se sale de los cánones que rigieron el Renacimiento anterior.

Un tema que recorre toda la novela es el cambio de paradigma moral que parece cernirse sobre el arte y los artistas. Se trata sobre el efecto de la censura, y lo que ahora llamamos efectos de cancelación.

La investigación tendrá que enfrentar unos tiempos donde la Contrarreforma está proponiendo sus duros preceptos, de la mano de Pablo IV, un Papa que proviene de la Inquisición. Un hombre que parece dirigir su apostolado desde el miedo, más a lo humano que a lo divino. Todo esto parece ser la respuesta a las tesis de Lutero y su expansión en Europa. Y el corolario de esta actitud lleva a intentar poner bridas a la creatividad. Todo esto deriva en unos tiempos crueles… para los defensores del arte y la belleza.

En esta línea el autor nos recuerda el terrible trance por el que se hizo pasar al gran Miguel Ángel, cuando se ordenó velar su  Juicio Universal que había pintado en la bóveda de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Se tilda por la ponzoñosa lengua de Aretino a su obra de un burdel instalado en la mayor capilla de la Cristiandad. Como si fuera más taberna que lugar pío. Demasiada piel para ojos con ansia, abundancia de  carne para mentes retorcidas. No se soporta la minuciosa expresión de sus clandestinos estudios anatómicos con cadáveres, ante un  tribunal lleno de prejuicios ante la mostración del cuerpo hermoso y pleno.

El gran pintor se lamentará de la orden papal de tapar sus desnudos corporales, y encima encargada esta infamia a su buen amigo Daniele de Volterra.

La novela nos muestra la poderosa influencia de los Domini canis, perros del Señor o de Dios, los dominicos y dominicas, orden que aportó muchos frailes y monjas al rigor inquisitorial. Y es paradigmática la historia de uno de ellos, fray Savonarola, que lideró un poderoso movimiento social en la culta Florencia, que propugnaba volver a un riguroso ascetismo, llegando a extremos que desbordaron la ortodoxia hasta la herejía. Eso sí, murió ahorcado, luego arrojado a la hoguera y después al río Arno. Y con algunos de los secuaces de este personaje tenebroso se tendrá que enfrentar nuestro esforzado investigador.

Durante la investigación, el protagonista nos revelará aspectos significativos de grandes personajes de la época como Da Vinci, Miguel Ángel o Rafael. De ellos llega a afirmar Bronzino, pintor que ultimará los frescos de su padre adoptivo Pontormo …

“La perfección… Los tres habéis elevado a los genios de siglos pasados al rango de precursores de vuestro reinado… Vuestra Santa Trinidad».”

Así veremos el proyecto frustrado de crear una capilla sixtina para la Toscana, que «producía genios y luego los despreciaba, pues conoceremos de muchos aspirantes al genio artístico, pero que no cuentan  con suficientes mecenas.

Pues los genios del Renacimiento tenían aspiraciones muy altas, como expresa Miguel Ángel en una carta imaginaria:

«No solo quisimos rivalizar con Dios, sino modificar su obra, rediseñando el mundo a nuestra conveniencia… El artista es un profeta».

Pues tocan el cielo, pero se toparon con la iglesia y el concilio de Trento, y una situación política que no les iba a acoger.

Entre otros temas que aparecen a lo largo de la novela, no puedo dejar de señalar la presencia de grandes pintoras, sobre todo el caso de las dominicas Catalina de Ricci y Plautilla Nelli, amigas pero con planteamientos morales enfrentados.

Otro asunto que recorre la novela, es el papel de lo español en toda esta pugna entre ortodoxia y heterodoxia moral y artística. Recordemos que el Imperio español dominaba buena parte del actual territorio de Italia, y en este escenario batallaba contra la otra gran potencia europea, Francia. No olvidemos que el origen de la llamada Leyenda negra contra el Imperio español surgió en ciudades italianas, y se considera a lo que proviene de esta corte, como reaccionario y rancio, aunque, por ejemplo, el rey Felipe II estuvo a punto de ser excomulgado por el reaccionario papa Pablo IV. De esta forma, el personaje de Leonor de Toledo, esposa de Cosme de Médici, considerada altiva y lúgubre, representará todo lo oscuro y arcaico para los artistas como Benvenuto Cellini.

Toda esta narración resulta de un minucioso análisis historiográfico, pues todos los personajes fueron reales, aunque la trama detectivesca ha sido inventada. Así, el pintor Jacopo Pontormo apareció muerto a los pies de los andamios de sus frescos en la realidad, pero se atribuyó su deceso a un accidente.

El estilo se basa en una narración epistolar entre los diversos personajes de la obra, lo que permite una visión multifacética de los hechos y corrientes que desembocan en los sucesos relatados. De esta forma se sale del narrador omnisciente, a un planteamiento en el que al lector se nos van dando pistas de muy diverso tipo, que nos ayudan a formar el gran cuadro que representa esta tragedia, aunque el autor se guarda un brillante giro final. No ha de sorprendernos la fórmula epistolar en esta narración, pues el autor ha comentado que la base de su documentación está en una correspondencia incesante y agitada entre los personajes reales que aparecen en la novela.

El uso del género epistolar en la literatura noir, no es muy habitual, pero hay precedentes en los albores del género, como La piedra lunar y la Dama de blanco, de Wilkie Collins. Ya en el siglo XX, el francés Hubert Monteilhet echó mano de este artificio literario en su novela Regreso de las cenizas.

Con todos estos ingredientes Laurent Binet, que sorprendió a crítica y público con su primera novela, HHH, con una original propuesta para combinar la ficción y la historia, se lanza al género noir, con una apasionante narración que trata temas de gran vigencia hoy en día como son las relaciones entre actividad artística y poder, o la cancelación’ y censura de determinadas expresiones artísticas. Todo esto lo logra con gran agilidad narrativa, ciertos toques de humor, entreverando información histórica con escenas de acción, y gracias a su fórmula epistolar entre muchos personajes, crea un calidoscopio de informaciones, que hacen de la lectura de Perspectivas una actividad apasionante.

José María Sánchez Pardo

Deja un comentario