La señal de la cruz, de Margot Douaihy.

Sor Holiday es monja de la comunidad de las Hermanas de la Sangre Sublime, radicada en la Nueva Orleans actual.

Sólo hace un año que profesó y todavía no ha realizado los votos definitivos.

Su tarea principal es la de enseñar música y guitarra a los alumnos del colegio de Saint Sebastian, el convento de la orden.

Las Hermanas de la Sangre Sublime son una orden progresista, dedicadas a trabajar en el colegio, la iglesia, la cárcel de mujeres y el convento.

Ese carácter progresista fue el que llevó a sor Agustine (la madre superiora) a aceptar a Holiday en su comunidad.

Porque Holiday tiene un pasado interesante, si entendemos interesante en el sentido que le da lo que los británicos dicen que es una maldición china y los chinos dicen que es una invención de los británicos.

China o británica, la maldición Que tengas una vida interesante me parece de una refinada crueldad porque lleva aparejada el deseo de que vivas acontecimientos que te hagan tu vida interesante… es decir,  dolorosa.

La vida seglar de sor Holiday ha sido, pues, interesante en cuanto ha sufrido alguna experiencia -que no voy a desvelar- tan dolorosa que le ha llevado a buscar sosiego para su alma en el claustro.

La tierra puede ser un cielo o un infierno, dependiendo de la perspectiva. Controla tus pensamientos, elige en qué centrarte y podrás cambiar tu realidad.

Esa fue la intención de Holiday al entrar en el convento: cambiar la perspectiva de una vida -la suya- que se había convertido en un infierno.

Con un pasado de mujer queer, fumadora irredenta, mal hablada, justiciera y testaruda, con un colmillo de oro como sustituto del que perdió en una pelea de bar, con el pelo decolorado con agua oxigenada, obligada por sor Agustine a cubrir sus tatuajes con guantes -en los nudillos lleva tatuadas las palabras LOST y SOUL (ALMA PERDIDA)-  y pañuelo negro hasta en los días más tórridos del agobiante calor de Nueva Orleans, sor Holiday es un verso suelto entre sus compañeras.

Compañeras que tan solo son tres: la comprensiva madre superiora, la alegre y bondadosa sor Thérèse y la ácida sor Honor -enemiga irreductible de sor Holiday-. Las tres son ya ancianas y todas muy bregadas en décadas de luchas a favor de diversas causas sociales.

Las contradicciones espirituales de sor Holiday no le hacen la vida fácil como monja, pero esta se complica mucho más cuando se produce un incendio en su convento y muere un trabajador.

Es evidente que el incendio ha sido provocado y también que el pirómano quiere implicar, con diferentes pistas, a sor Holiday.

Otro incendio en Saint Sebastian -con otra muerte-, en un autobús escolar católico y en otro centro católico, harán la situación cada vez más peligrosa y evidenciarán que los centros católicos de Nueva Orleans se han convertido en el objetivo de oscuros designios.

Pronto se hace evidente para Holiday que el culpable solo puede ser alguien muy relacionado con Saint Sebastian: una de las monjas, o uno de los alumnos o algún empleado del convento…

Y también se da cuenta de que no puede confiar en los investigadores oficiales -una pareja de policías poco agradables y Riveaux, una investigadora de incendios- para que descubran con prontitud al culpable.

Sor Holiday es buena observadora y muy testaruda y se lanza a una investigación que será siempre dura y a veces muy peligrosa, y en la que irá levantando -a veces a su pesar- diferentes capas de secretos.

El resultado final de los esfuerzos de sor Holiday será tan sorprendente para ella como para el lector.

A la vez que sor Holiday lucha por descubrir al incendiario desconocido también lo tendrá que hacer contra sus demonios interiores que son, a menudo, más peligrosos que las amenazas externas.

Y como escenario del personaje atípico que Margot Douaihy ha creado con su sor Holiday, la ciudad de Nueva Orleans, tan bien descrita por la escritora en sus edificios y calles como en el calor agobiante que llega desde el Golfo y hunde sus garras en la ciudad y sus habitantes.

New Orleans Street Cars in Canal Street

En su investigación, la religiosa se beneficia de su afán justiciero, de su capacidad de observación y de que los encargados de la investigación “Hablaban con tanta libertad delante de mí que debían de creer que estaba rezando. Y dejé que lo pensaran. Volví a persignarme. La gente ve a las monjas como clones sin nombre, como un ente colectivo más que como individuos. Era irónico, porque, despojadas de lujos como el teléfono móvil y las redes sociales, con una vida de servicio y oración, las monjas cultivan un rico mundo interior. Un verdadero diálogo interno”.

Quizás es ese rico mundo interior del que habla sor Holiday es el que ha hecho que muchos escritores de novelas de misterio hayan elegido a un religioso como protagonista de sus novelas: desde el inolvidable padre Brown, de G.K. Chesterton, al hermano Cadfael, de Ellis Peters; del fray Guillermo de Baskerville, de Umberto Eco, al rabino de Harry Kemelman, pasando por el atractivo cura Sidney Chambers, de James Runcie….

Y ya centrándonos en las monjas detectives, no se puede olvidar a sor Fidelma, de Peter Tremayne, la monja irlandesa del siglo VII, que es también dálaigh, abogada ante los tribunales de la Irlanda celta; o la hermana Mary Helen, que tiene la peculiaridad de ser un personaje creado por una monja escritora, la hermana Carol Anne O´Marie; o la hermana Joan, de la escritora Verónica Black

Muchas de las historias de estos detectives religiosos  han sido llevados a las pantallas, y a ellas se han sumado otras como las del párroco Don Matteo, o las de la inteligentisima hermana Boniface, de Sister Boniface Mysteries o Las chicas de sor Ángela, por poner algunos ejemplos.

Ahora, la sor Holiday de Margot Douaihy, con sus combativas reivindicaciones queer y feministas, da una vuelta de tuerca a esa tradición de religiosos empeñados en labores detectivescas.

Los rescatados

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